Al llegar a los peldaños por los que se bajaba hasta la playa encontraron a un
caballero que se preparaba en ese momento a bajar y que cortésmente se retiró
para cederles el paso. Subieron y lo dejaron atrás. Mas, al pasar, Ana observó
sus ojos, que la miraron con cierta respetuosa admiración, a la cual no fue ella
insensible.